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OPINIÓN
Fernando Baez (*)
... pero, es que es una pasada, no paran de escarbar, fijo, de forma constante, maníaca, obsesiva, y en ello son todo un ejemplo de constancia, perseverancia, insistencia. Por supuesto, me refiero a las gallinas, que lo revuelven todo, una y mil veces, buscando gusanos y picoteando lo que no alcanzo a ver, ni veo, pero que no cesan, en una continuidad desde la mañana a la noche, y ello por más que hayan comido abundantemente, y no les falte la comida, pero cual instinto, otra cosa no hacen sin descanso, salvo cuando el sol es fuerte y se tumban, pero por poco.
Digo, que, todo un estímulo o ejemplo para sin pasarnos, ser como ellas: laboriosos, trabajadores, ardilosos, pero sin tanto fanatismo, pues hay muchas otras cosas que hacer y lo importante es estar ocupado, pues es filosofía y refrán, que en mente ocupada difícil entre el diablo o algo parecido. Pues va quedando todo un rosario o reguero de lecciones emanadas o salidas del gallinero. ¡Cuánto nos enseñan las gallinas! ¡Cuánto por aprender de ellas, que referente a las cabras -pues no las olvido-, y son mi constante preocupación, cual cosa fija e inolvidable, otro tanto o más, que estas sí se echan a romear (rumiar) lo que comen, y andariegas e inquietas también lo son, aún más en ejemplo, al subir y escalar invitándonos como hacen ellas a subir y subir y no solo escarbar y escarbar tierra como hacen las gallinas, que de ambas se aprende!
El Padre Báez, que no se cansa, como hacen las gallinas y las cabras, que tampoco lo hacen, en el ser reiterativo, perseverante, constante y seguir y seguir pues como dice el refrán: el que la sigue y persigue al fin lo consigue; vamos a ver si se cumple con lo de las cabras, y el cabildo cabezón cede y deja de matarlas. ¡Ojalá y así sea (o ¡amén!”, que decimos en las oraciones y liturgia)!
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