INGENIO
El arqueólogo participó ayer en el Campus Universitario de Etnografía y Folclore para desmontar algunos mitos en torno a esta fiesta popular
Un centenar de personas asistieron ayer a la segunda jornada del II Campus Universitario de Etnografía y Folklore de Canarias de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), que se celebra en el marco del XX Festival Internacional de Folklore de la Villa de Ingenio bajo el título ‘Turismo y tradición’.
En esta segunda jornada, el arqueólogo Valentín Barroso, desmontó los mitos que rodean la fiesta de la Bajada de la Rama de Agaete con su ponencia ‘La Rama: historia y mito’. Barroso explicó que desde 30 ó 40 años se conoce la fiesta de Agaete por la Bajada de La Rama y no por su auténtico nombre que es la Fiesta de la Virgen de las Nieves y cuyo acto más importante es el Día de la Virgen que se celebra al día siguiente de La Rama.
“A la gente le gusta La Rama porque va la Banda de Agaete y todos bailamos con las ramas y con los papagüevos”, pero mucha gente cree erróneamente que el acto de atravesar el pueblo bailando con las ramas es un rito aborigen de petición de lluvia, “cuando en realidad no tiene nada que ver”. De hecho, según Barroso, la gente ni siquiera sube al pinar a coger las ramas con las que bailará posteriormente, sino que es el Ayuntamiento el que se encarga de recogerlas y depositarlas en la calle que marca el inicio del recorrido para que los ciudadanos y visitantes las cojan.
Por otro lado, desde hace un tiempo, se ve a determinadas personas que cuando llegan al mar, golpean el agua con las ramas. “Fue Pepe Dámaso quien se inventó la tradición de meterse en el mar golpeando con la rama”, recuerda Barroso, “pero nadie del pueblo lo hace porque eso no es la tradición”.
Al estudiar los orígenes de esta fiesta popular, Valentín Barroso comenzó a darse cuenta de la falsedad de esa versión suscrita por diversos escritos y artículos periodísticos, que sí entendían que la rama es un rito. Sin embargo, gracias a las conversaciones del arqueólogo con la gente mayor de Agaete, parece lógico pensar que la fiesta de la Virgen de las Nieves es una fiesta marinera en la que los hombres y mujeres del mar honran a su virgen. No se trata por tanto de una fiesta en la que los agricultores piden agua para sus tierras. “En agosto nadie pide lluvia y los lugareños no recuerdan que la gente se meta en el agua a pedir la lluvia”, explicó Barroso. En ese sentido, después de estudiar durante años esta fiesta, Valentín Barroso tiene claro que el mito del rito aborigen se inventó en los años 60 por el periodista José Antonio García Álamo, quien reconoció años más tarde haberse inventado esta versión, así como por el alcalde de la época y otras personas “que quisieron darle otro sentido a la fiesta”.
Barroso quiso desmitificar también el sentido más nacionalista que ha querido darse a la Fiesta de Agaete, teniendo en cuenta que “todas las canciones que interpreta la Banda de Agaete, desde que toca la diana y durante toda la bajada, son marchas militares, excepto el ‘Somos Costeros’ de Pancho Guerra”, como la marcha ‘Soldado de España’ o ‘La Madelon’. Barroso concluyó su intervención destacando que “la fiesta de La Rama no dejará de ser importante porque no sea aborigen o porque baile himnos militares”, pero “a veces las cosas no son lo que nos cuentan, hay que buscar un poquito”.
Tras su ponencia, el profesor de la ULPGC y doctor en Filología Hispánica, Yeray Rodríguez Quintana, explicó la iniciativa en la que está inmerso desde que en el año 2014 se cediera la Casa del Obispo de Carrizal a la Asociación de Verseadores Canarios Ochosílabas para su gestión. El reto de esta asociación cultural es el de hacer de esta casa, al parecer la obra de arquitectura civil más antigua de Gran Canaria, “un espacio visitable”. Con este fin, además de acoger a los verseadores de Canarias, desde el año pasado se celebran ya talleres para niños que se inician en el verso improvisado.
Además, la Asociación organiza periódicamente actos y encuentros en los que los verseadores más veteranos, como Expedito Suárez (decano de los verseadores grancanarios y uno de los más veteranos de Canarias) cantan con los niños que participan en los talleres. Se trata de reflejar “la idea de que la tradición esté viva”, destacó Rodríguez.
Yeray Rodríguez tiene claro que “la continuidad es la preocupación central de Ochosílabas”, por eso la Asociación organiza también actividades como el ‘Universeando’, el Festival Internacional del Verso Improvisado, “un acicate para que la tradición continúe”, y prepara ya el Primer Encuentro Canario de Niños Verseadores, “un reto que puede parecer algo pretencioso, pero que es muy importante” y que está previsto para julio de 2016. Queda pendiente para un futuro próximo la creación de una fonoteca y una biblioteca con sistema de préstamos, la digitalización de los fondos y la continuación de los retratos de verseadores fallecidos y de actividades y talleres varios, “porque contribuyen a hacer más enriquecedora la visita a la casa y a valorar la tradición y el patrimonio intangible de Canarias”.
“De nada sirve todo el esfuerzo por estudiar el pasado, si no se le da continuidad en el futuro”, dijo el profesor, para quien es de suma importancia “hacer de la Casa del Obispo una sede para disfrutar, para estudiar, para aprender y para que cobije toda la riqueza cultural de nuestra tierra y que sirva para no solo como punto de encuentro de la tradición oral, sino también para estudios etnográficos, etc.; que este espacio que ya va teniendo vida, tenga mucho más en el futuro”.
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